viernes, 29 de agosto de 2014

Opinión personal (16): "Muletillas" para pensar.

Tengo -desde hace ya muchos años, más de veinte- la buena manía de recortar y guardar los artículos que publican en prensa algunos escritores que despiertan especialmente mi interés, sobre todo por su agudeza o por su ironía. De cuando en cuando los releo y contrasto su vigencia, con lo que la criba se impone.
Aquellos que ya no tienen ninguna validez, ya sea por lo absolutamente puntual del tema que trataban o porque lo narrado en ellos ya no conecta con ninguna de mis preocupaciones o de mis intereses actuales, van directamente al cesto de lo papeles.
 Los que a pesar del paso del tiempo conservan frescura o una inusitada conexión con lo que acaece en la actualidad, los releo con atención y procuro utilizarlos como ayuda y contraste en mis particulares reflexiones. 
De esta manera autores como Javier Marias, Arturo Pérez-Reverte, Rosa Montero, Maruja Torres, Antonio Muñoz Molina, Manuel Hidalgo, Javier Cercas o, remontándome mucho más, Miret Magdalena, Elena Ochoa, Terenci Moix, Rafael Redondo y tantos otros, me sirven en diferentes ocasiones de compañeros de pensamiento y de ayuda a la crítica de algunas opiniones que, de otra manera, tendrían la privada validez de lo personal y una solitaria sensación de "orfandad".
No se trata de apoyarse sin más en la buena pluma de otros, por muy respetados que sean. Ni de escudarse en los que piensan autores respetados para no pensar sino, más bien, todo lo contrario: apoyarse para cuestionarse y pensar más todavía.
Desde luego, no pretendo defender aquí la necesidad de, para formarse un criterio, tener que aplicar en todo la metodología de falsación de Popper, pero sí me parece que es conveniente y prudente -al menos en ocasiones-  apoyarse en el uso de ciertas "muletillas" ajenas que nos ayuden a romper esquemas propios y según qué tópicos o ideas que se asumen muchas veces sin darse cuenta y, por lo tanto, sin apenas reflexión. En ese sentido la lectura (mejor libros que artículos, pero ambos pueden servir) se convierte en la aliada indispensable del proceso.
Recuerdo que hace un tiempo leí a algunos autores que hablaban de cómo unos pocos piensan y muchos fingimos pensar a través de un fenómeno que -resumidamente- definían como "contagio" de ideas. Su argumento fundamental era que casi todos funcionamos por "replicaciones" de ideas que otros han tenido antes. Es un planteamiento chocante por lo extremo de tal generalización. Me parece que el diagnóstico, salvo en caso de cerebros muy deshabitados, es algo exagerado ya que, en general -quiero pensar-, ese contagio no es tan pobre y ramplón como insinuaban. De hecho creo que si  hay muchas personas que realmente si se esfuerzan en "pensar", aunque a veces las apariencias indiquen todo lo contrario (por favor no zapeen por la televisión porque entonces si que hunden en la miseria mi esperanza y mi presunción).
Si realmente las ideas se contagiasen es probable que la sociedad en la que vivimos fuese, para bien o para mal, muy diferente, especialmente si ese contagio fuese un germen de crecimiento y no la mera "replicación" que mencionaban esos autores que, me temo, apuestan más por denunciar lo fácilmente que caemos en el "pensamiento-slogan" o "pensamiento-precocinado" (algo  legítimo, sin duda), que en creer en la posibilidad de que las ideas -una vez han sido bien inoculadas- andan  y se reproducen más allá de las previsiones a corto plazo.
Personalmente, por lo que voy viendo y escuchando, diría que más que "clonación" y pensamientos en base a tópicos (que si, que hay mucho de ello) la gran mayoría nos sentimos abocados hacia el pensamiento "pachtwork": cogemos un poquito de allí, otro de allá, improvisamos una "composición" inspirada en  nuestras vivencias, unos "colores" inspirados en pepito pero metamorfoseados con nuestro "toque" etc, etc.
¿El resultado?
 Pues -como en casi todo-: hay personas que tienen el don de la brillantez y la genialidad y otras, sin embaro, somos del "montón", aunque realmente lo esencial es que, al menos, uno opte por confeccionar algo propio y procure mejorar afinando criterio.
Para ello hay que inspirarse probablemente en "muletillas" de otros, de personar más avezadas e inteligentes. No pasa nada. ¡Y es de sabios reconocer la calidad ajena!. Aunque lo importante empieza a la hora de utilizar las herramientas ajenas como impulso para la propia critica y análisis, ayudándonos al cuestionamiento permanente. Y cuanto más capaces seamos de discriminar, contrastar y criticar, mejor será el resultado.

Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran  corresponden al artista o artistas referenciados.
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En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.
 Texto: Javier Nebot
(Artículo revisado y actualizado a 20 de enero del 2019).

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