jueves, 9 de julio de 2015

Opinión personal (37): El Eneagrama: Eneatipo II. (5º de 13).

ENEATIPO II : (El" Orgullo" y “La personalidad histriónica").
ENEATIPO II:Orgullo y personalidad histriónica” en la denominación de Naranjo; “El ayudador” para Riso/Hudson y para Pangrazzi; “Carácter orgulloso” para Durán y Catalán; “El colaborador” para M. Goldberg.
Durán y Catalán (2010) señalan que “cuando al sentimiento de orgullo se une la creencia de que somos especiales, seres de primera categoría, que merecemos el amor y el aplauso de los demás, es cuando el orgullo se convierte en pasión(p.157).

Sin duda las personas que actúan con pautas del comportamiento tipo DOS son personas empáticas, con gran capacidad para atender a los demás demostrando sensibilidad y cercanía.
En los DOS "sanos" hay consciencia de eso y de las propias necesidades, por lo que resulta mucho más difícil que caigan en actitudes y comportamientos que tengan solo como fin el reconocimiento y el aplauso de los demás a su “bondad” (lo que, evidentemente si sucede en los Dos insanos).
Riso y Hudson (2011) recalcan la incondicionalidad de su amor en los DOS realmente sanos con capacidad para dar a los demás y a sí mismos pero esa apertura al otro empieza de distorsionarse en los Dos “medios”, ya que ”desean estar más cerca de los demás, por eso empiezan a “agradar a la gente”, siendo demasiado amistosos, emocionalmente demostrativos y llenos de “buenas intenciones” para cualquier cosa. Intentan ganarse a los demás ofreciendo una atención seductora: aprobación, “toquecitos”, adulación. Con frecuencia hablan de “la relación”·.Cada vez más necesitados, aunque incapaces de admitirlo, los Dos medios pueden convertirse en personas excesivamente íntimas y entrometidas”. (p. 108)

Prácticamente todos los autores consultados utilizan descriptores del tipo “seductores”, “diplomáticos”, “adaptativos”, ”cercanos”, ”manipuladores”, “brillantes”, “de carácter afable”, sensibles”, pero no podemos olvidar que, también, -como bien señalan Duran y Catalán (2010):  “Detrás de la vitalidad y la vistosidad del carácter podemos decir que se esconde un secreto reconocimiento de vacío. Lo que perpetúa el vacío es precisamente dedicarse a la búsqueda de gloria, en la que uno vende el alma al diablo (Horney) porque la energía se implica en la realización de una imagen, de esa imagen a través de la cual uno consiguió ser amado y elegido, y no del propio ser(p.160)
El DOS, ha asumido una historia familiar en la que recibió el mensaje de aprobación cuando atendían y complacían a los demás en una demostración de generosidad que obliga a olvidarse de uno mismo. No podemos olvidar que dicho mensaje interno se ha convertido en lo que respecta al DOS en el de “vales si eres amado por los demás”, o, como dice Pangrazzi (2007)Sólo estaré bien si ayudo” (p. 82).
Naranjo (2008) en el capítulo que dedica a los antecedentes en la literatura científica sobre el carácter del DOS señala cierta teatralidad en estos individuos, consecuencia lógica de “aparentar más de lo que son(p. 192).
Al igual que en los demás tipos, Naranjo encuentra equivalente en el anteriormente
citado Manual de Diagnóstico Americano (DSM IV) en donde :
Hallamos el eneatipo II bajo la etiqueta de “Trastorno histriónico de la personalidad”, al cual se le atribuyen los siguientes criterios de diagnóstico:
A) La conducta es abiertamente teatral, reactiva y expresada con mucha intensidad, tal como se indica en, por lo menos tres de los siguientes síntomas: 1) auto dramatización (por ejemplo, una expresión exagerada de las emociones; 2) llamada incesante de atención; 2) ansía de actividad y excitación; 4) híper reacción ante los menores acontecimientos; 5) explosiones de ira o rabietas irracionales.
B) Alteraciones características de las relaciones interpersonales indicadas por, al menos dos de los siguientes síntomas: 1) El sujeto es percibido por los demás como hipócrita y carente de autenticidad, aunque pueda parecer cálido y encantador; 2) egocéntrico, auto-indulgente y desconsiderado con los demás; 3) vanidoso y exigente;4) dependiente, desamparado y en constante búsqueda de apoyo;5) con tendencia a amenazas, gestos o intentos de suicidio manipulativos“ (Naranjo 2012, p.195 y 196).

Evidentemente esta sintomatología – al menos desde mi punto de vista- está mucho más cercana a las características del DOS "insano" (ver Riso y Hudson 2011) que a las del sano/adulto o a las de un DOS medio.
A reseñar como rasgo clave también -en esto coinciden todos los autores consultados- el aspecto “seductor” del Dos que es una consecuencia lógica de la intensa necesidad de amor y de reconocimiento que experimentan.
Además el DOS no quiere andar solo: necesita la cercanía de los demás. No le importa para ello recurrir a la adulación (como herramienta de seducción) o a la queja si ve que los demás no reconocen cuánto le deben.
Palmer (2007) resume adecuadamente algunas de las preocupaciones de los Dos: “Conseguir aprobación y eludir el rechazo. Orgullo de poder satisfacer las necesidades de los demás (“no necesito a nadie pero todos me necesitan a mi”). Confusión entre los muchos “sí mismos” que se desarrollan con el fin de satisfacer las necesidades de los demás.” (p. 92).


-Dirección de “desintegración”: el VIII. Hay en los DOS un cierto pudor en demostrar las propias necesidades y por eso se vuelcan hacia los demás en un inconsciente deseo de recibir, como respuesta a sus atenciones y entrega, la atención y afecto que necesitan de ellos, pero cuando sus esfuerzos no son reconocidos entran en situaciones de tensión que les pueden llevar a comportarse como Ochos y reclamar de forma vehemente e impositiva lo que creen que les pertenece.
En su exigencia se pueden revolver contra aquellos que no han reconocido sus esfuerzos, criticándolos e intentando manipularlos. Se vuelven, de esta forma, controladores y dominantes y, en casos extremos, pueden llegar a odiar con intensidad a quienes consideran que les han traicionado adquiriendo su comportamiento los matices vengativos del Ocho insano.

-Dirección de “integración”: el IV. Los Dos se integran cuando inician un proceso de interiorización tomando consciencia de sus propios sentimientos y necesidades, escuchándose, acercándose así a las pautas de los Cuatro sanos que poseen una tendencia natural hacia la introspección y actúan teniendo en cuenta sus propios sentimientos. De esta forma pueden dedicarse más tiempo a sí mismos y evitar reclamar a los demás lo que no se auto conceden. Procediendo así podrán examinar sus motivaciones y mantener relaciones más honradas (puesto que parten de un reconcomiendo auténtico de sí mismo y del otro) a la vez que su autoestima no dependerá tanto del reconocimiento de su altruismo.
Alcanzan de esta manera un alto grado de independencia puesto que ya pueden apoyarse en sus propias valoraciones y sentimientos y –como dice Pangrazzi 2007- “descubren la importancia de sintonizar la acción con la autenticidad del propio ser(p.143).

-Consejos para el Dos: Aunque, al igual que en el caso anterior, voy a remitirme aquí a las propuestas de Helen Palmer (2007) -sin desmerecimiento de otros autores- quisiera primero introducir algunas puntualizaciones de Uwe Böschemeyer (2006) que me parecen sumamente recomendables para el proceso de mejora de este eneatipo.
Este autor identifica la mayor dificultad al desarrollo -para quien él llama “el altruista”- en la idea dominante que le absorbe al DOS de “tener que ayudar”. Como hemos tenido oportunidad de ver tanto la estructura pasional del DOS (lo que le motiva), como su fijación (el prisma con que la realidad), giran en torno a la introyección de ese mandato.
Böschemeyer entiende que, como nuestra sociedad da especial reconocimiento y pompa a este tipo de comportamiento (del menosprecio de la caridad hemos pasado a la cálida valoración de personas e instituciones que se vuelcan en los demás), el “altruista” puede encontrarse con que no comprende “por qué su disposición a ayudara los demás causa rechazo y por qué precisamente “él” es quien debe cambiar, él, que hace lo más importante en la vida” (p.74), con lo cual evita cuestionarse y lastra sus posibilidades de desarrollo que pasan, necesariamente –como para todos los eneatipos-, por un profundo proceso de auto concienciación de sus comportamientos dominantes por muy “buenos” que aparentemente pueden ser.
Como bien señala este autor “me gustaría recalcar que en la vida humana concreta no existe ni el lado positivo ni el negativo como tales. Lo que importa es señalar desde ambos polos las “tendencias” ligadas a cada tipo en cuestión” (p.74) pero, sin duda, ello no quita que, si queremos madurar, evitar anclajes y distorsiones, iniciemos el proceso que antes he indicado de auto-concienciación que –desde mi punto de vista- será, probablemente, más complejo en aquellos caracteres (2, 3 y 7) cuyo grado de aceptación en la sociedad actual pueda hacerles creer que no hay nada que “trabajar”.


Böschemeyer (2006) les sugiere a los Dos que se cuestionen sobre si quieren vivir de la manera en que lo han hecho hasta ahora y les facilita preguntas concretas para ayudarles a encontrar respuestas. –“¿Tengo suficiente tiempo para mí?; ¿anhelo tener más tiempo?; ¿Qué es lo que deseo hacer desde hace mucho tiempo?; ¿Puedo imaginarme pasar los días de manera diferente?; ¿A que tiene apego mi corazón? ¿Tiene apego “solamente” a los demás?” (p.75)
Helen Palmer (2007) da diversas pautas a la evolución a los Dos. Así, teniendo en cuenta que el núcleo esencial de su problemática es el desvío de sentimientos propios para adaptarse a los de los demás, les recomienda:
“-Detectar la necesidad de manipular.
-Reconocer el valor real de los demás. Percatarse de las oscilaciones entre el engreimiento y la humildad exagerada.
-Reconocer la adulación como signo de ansiedad creciente.
-Alentar algo más que la reacción emocional inicial. Las reacciones iniciales pueden ser una exposición superficial que disfrace los sentimientos reales.
-Ver las prioridades conflictivas entre la “multiplicidad de sí mismos” y desarrollar una imagen consistente frente a los demás que no se altere con el fin de agradar (p.113).
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https://www.youtube.com/watch?v=fjbMYdoFsIY
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En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.
Texto: Javier Nebot
Este post ha sido revisado y actualizado el 11 de mayo del 2018
Resumen para consulta rápida:
-Los DOS tienden a ser "ayudadores": intuyen las necesidades de los demás y son generosos en su disponibilidad. Generalmente -especialmente en el caso de los dos sanos- es una ayuda "eficaz". Sociales por naturaleza, se centran en las relaciones que mantienen, construyendo su identidad según la reacción que producen en los demás. Conciliador, fomenta uniones. Piensa más con el corazón que con la cabeza en un singular sentido de la lógica.
Su deseo básico es ser amado y su "esquema" de funcionamiento lo plasma en un "sólo estaré bien si ayudo".
Suele reprimir sus propias necesidades y eso le dificulta la introspección.
En casos extremos pecan de "mesianismo" y confunde su identidad por su intrínseco deseo de ayudar.
Somatizaciones: Tendencia al estrés por cúmulo de obligaciones. Muchos de sus síntomas pueden ser señales de lo que se ha desgastado por los demás.
Puede llegar a ser hipocondríaco.
"Vicios": Hipersensibilidad, seducción, proyección en los otros de sus propias necesidades, posesivos, dar para recibir, puede combinar la ternura con la belicosidad, no guarda las distancias físicas, aconseja sin que se lo pidan, espera una reacción determinada por su ayuda.
"Virtudes": Ponen el acento más en el ser que en el hacer. Se alegran cuando ven que los ayudados logran capacitarse y hacerse independientes. Espontáneos, alegres, entusiastas.
Verbalmente suelen adoptar un lenguaje cercano, amable e, incluso, adulador: "que guapa estás", "te sugiero...."
Borja Vilaseca (ver vídeo) señala que el miedo de los DOS es el no ser amados por lo que son.
Ven el mundo como un lugar lleno de gente que necesita su entrega y su ayuda. Se considera muy necesario.
Suelen huir del contacto con sus propias necesidades.
En su estilo comunicativo aconsejan, repiten, recomienda, adulan, insisten....y atosigan
-continuará-
Próximo post: Eneatipo III.

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