martes, 17 de noviembre de 2015

Opinión personal (56): Shakespeare en el cine (5º de 6):

Laurence Olivier y Shakespeare.
Laurence Olivier   (1) fue uno de los actores más aclamados de su época.
Se percató muy pronto de su vocación teatral y decidió abandonar sus estudios en Oxford para poder estudiar arte dramático. Con tan solo diecinueve años debutó como actor de teatro y, a partir de ahí, no tardó en convertirse en uno de los mejores actores y directores shakesperianos: una verdadera estrella del Old Vic. Fue capaz de aunar su carrera teatral con la cinematográfica –tanto en su país como en los USA-, llegando a participar en más de sesenta películas, algunas de ellas tan afamadas y  populares como Rebeca (1940) de Alfred Hitccoock o Espartaco (1960) de Stanley Kubrick, pero lo que nos interesa ahora para este post es analizar, lógicamente, su producción cinematográfica referida a las adaptaciones que realizó de las obras de William Shakespeare.
Su primer intento en este sentido fue Enrique V (1944) (2), película para la que intentó conseguir como director a William Wyler (ya había trabajado anteriormente con él con éxito) pero ante la imposibilidad de que éste asumiese el proyecto decidió acometerlo él mismo.

El largometraje fue muy bien recibido por la crítica y tuvo bastante éxito de público, aunque no consiguió ser lo que se dice un taquillazo.
Olivier decidió acortar el texto y adaptarlo teniendo muy en cuenta las diferencias entre el lenguaje cinematográfico y las necesidades teatrales  (parece ser que le costó asumir esto que resulta tan obvio para algunos profesionales porque consideraba que el teatro era superior al cine pero tuvo que rendirse a las realidades y posibilidades especificas de éste medio).
Visto el film hay que reconocer que el resultado fue una película muy bien rodada, con un más que correcto equilibrio entre lo teatral y lo cinematográfico a la vez que logra respetar la obra de Shakespeare, que era contada con gran brillantez (por descontado hay un lógico lucimiento por parte de su protagonista tal y como era de esperar en un actor tan bregado en tales lides).

La segunda película que dirigió basada en una tragedia Shakesperiana –y en la que también se reservó el papel protagonista- fue Hamlet (3).
La película fue unánimemente aclamada y obtuvo numerosos premios incluidos dos oscars, uno al mejor actor para el propio Laurence Olivier y  otro al de mejor película. 
Hamlet es un largometraje que, lamentablemente, no recuerdo haber visto o, si lo he hecho, ha sido hace ya tantos años que, sinceramente, no puedo rememorarlo ahora, por lo que declino hablar de él más allá de las informaciones que he podido recabar sobre el mismo o de la impresión que me han causado los pocos clips que he logrado encontrar en la red. 
En cualquier caso, si hay algo que está claro en este actor/director, es –se deduce al observar su curriculum teatral- la enorme devoción por las obras de su compatriota y sus excelentes dotes actorales demostradas en muchos films shakesperianos (aparte de las tres películas que dirigió adaptando obras del bardo, intervino en otras dos como actor: Como gustéis (1936) y la ya mencionada en un post anterior, Otelo (1966)). 
De lo visto resulta imperativo reconocer la excelente interpretación:¡ no porque nos tenga acostumbrados a ella tiene menos mérito! También me parece meritorio el clima particularmente tenso que consigue crear en algunas escenas, jugando muy bien con la ambientación y el buen uso de la fotografía en blanco y negro (ver la escena del fantasma, por ejemplo) y, por descontado, la fortuna y habilidad que tiene Olivier para acompañarse por un buen elenco de excelentes actores que no le van a la zaga. ¿Fallos? No sabría decir exactamente por qué pero no me parece que sea un film que haya envejecido demasiado bien. Hay momentos algo rígidos ¿teatrales?, y una estética –vestuario sobre todo, pero a veces también la escenografía- que suenan a antiguo, ha pasado de moda.

Para finalizar, Ricardo III (1955), (4) última aportación de Olivier como director al tema skakesperiano (curiosamente esta película se encuentra íntegra en youtube, al contrario de otras de las que solo se encuentran fragmentos y dificultosamente).
Olivier se reservó también en esta ocasión el papel protagonista, el de Ricardo III, el pérfido y deforme rey (cuyo conato de personaje se nos mostraba en Anonymus) y, a pesar del pelucón a lo príncipe valiente, consigue estar genial, no solo por cómo dice lo que le toca sino por esas miradas que penetran más que algunas dagas (recibió, de nuevo, nominación al Oscar al mejor al actor aunque no lo consiguió en esta ocasión).
Al igual que en Hamlet, me da la sensación de que el tiempo no ha sido nada benévolo con unas puestas en escena, ambientaciones y vestuarios que sin duda tuvieron en su momento mucho eco y vistosidad (además del plus de ser rodada en el novedoso Vistavisión), pero que hoy en día, siendo tan adictos como somos a la máxima verosimilitud, resultan bastante impostados o artificiales, un look con excesivo sabor a cartón-piedra a pesar de los amplios espacios y los abundantes terciopelos o, quizás, precisamente por eso (de hecho muchas de las películas filmadas en color por aquellos años pecan de esa misma falta de realismo estético en beneficio de un colorido deslumbrante).

 Ricardo III
Como en ocasiones anteriores, Olivier ya  había trabajado –con notable éxito- el personaje en las tablas. El dominio que demostró y lo bien recibida que fue su actuación influyeron, muy probablemente, en su determinación para llevar la obra al cine. Tardó diecisiete semanas en realizar el film y aunque la mayoría del mismo se rodó en los estudios habituales hay, también, algunas escenas rodadas en un escenario tan patrio como El Escorial.
Desde mi punto de vista, la potente personalidad de Olivier y su poderoso rostro, capaz de reflejar mil emociones (reforzadas –como he señalado antes- por unos ojos de mirada penetrante y acerada) le van al pelo al personaje.
Tanto Enrique V como Ricardo III van de “sobrados”, se creen más inteligentes y astutos que cualquiera que esté a su alrededor y en este sentido las interpretaciones de Olivier -e incluso su particular seguridad en sí mismo- brindan un especial realismo a lo que vemos.
Si el primero se hace en ocasiones el tonto, Ricardo –más envanecido de la potencia de su cerebro- juega a ser sibilino aunque en su locura acabe poniéndose sangriento. ¡Shakespeare, al fin y al cabo!



-continuará-
Autor: Javier Nebot, Noviembre 2015.
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Notas:
(1) Sobre Laurence Olivier:
Entrada en el Diccionario de directores de cine de Augusto M. Torres, Alianza, Madrid 1994. P.196.
<a href="http://www.safecreative.org/work/1511015691422-shakespeare-en-el-cine-algunas-reflexiones" target="_blank"> 
<span>Shakespeare en el cine. Algunas reflexiones</span> - 
<span>(c)</span> - 
<span>J.Javier Nebot Cervantes</span> 
</a> 

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