viernes, 3 de junio de 2016

Pequeño Tour por Italia (3): Parma.

El viaje de Piacenza a Parma, en tren, dura 45 minutos y es barato, no llega a seis euros por persona (al menos a la fecha de edición de este post).
Desplazarse en tren por Italia es una buena experiencia porque, en general, los trenes funcionan bastante bien y son rápidos. Los trayectos más habituales tienen diversos horarios y hay múltiples posibilidades de combinación con diferentes poblaciones lo que hace que uno pueda marcarse itinerarios con bastante margen de decisión y que estos se puedan complementar fácilmente, si es necesario, con autobuses.
La mayor parte de los billetes se compran sin fecha y tienen una validez de tres meses desde el momento de la compra. 
Solo en el momento en que uno los "valida" -introduciendo los billetes en la máquina que marca el día/hora- se ve obligado al viaje de manera inmediata; hasta que el viajero no haga ese pequeño -y obligatorio- ritual puede elegir sin problemas el día y la hora que más le convengan según sus planes.
(En el caso del trayecto  Piacenza a Parma, la frecuencia de viajes es de casi uno a la hora así que en caso de perderlo por algún imprevisto, se puede esperar tranquilamente al siguiente sin consecuencias lamentables para el ánimo ni el bolsillo).

Llegamos a Parma en un día completamente soleado lo que contrastó radicalmente con el día anterior en Piacenza. Los colores de la ciudad nos parecieron, seguramente por ese motivo, mucho más vivos y luminosos de lo que probablemente eran en realidad y de lo que dejan traslucir las fotos que muestro.
 Monumento a Verdi


Basilica de Madonna della Steccata.

Parma (capital de la provincia de Parma, 183.000 habitantes) es una ciudad muy conocida por sus delicadezas gastronómicas, el queso parmesano (extraordinario en sus múltiples variedades y calidades) y el jamón, el prosciutto de Parma (bueno, pero sin aspavientos: sinceramente, nada como un buen jamón español del tipo que sea). 
Al igual que sucede en España -y hasta que no entre en vigor esa cosa extraña que están negociando los jerifaltes de la UE con los de USA- las Denominaciones de Origen controlan las calidades de los alimentos típicos parmesanos para otorgar su acreditación y sello solo a aquellos productos que realmente reúnan las condiciones que les hacen idóneos según las pautas de la tradición.

 El Consorcio del Prosciutto tiene fama de ser muy rígido al respecto y únicamente acredita con su sello -una corona ducal con la palabra Parma- aquellos jamones de cerdos nacidos en la región y que demuestren una serie de condiciones  muy precisas (edad, peso del animal, forma de alimentación....casi ocho apellidos parmesanos, vamos).
Y en cuanto a los quesos de la zona -en buena lógica-  otro tanto: no se quedan cortos ya que hay regiones que presumen de producirlo exactamente igual que hace más de novecientos años.

 Palacio del Governatore

Callejear por las calles de esta ciudad es un verdadero placer porque, al menos en su centro histórico, resulta muy animada y sin que por ello predomine ese frenesí y ese postureo que sí parecía detectarse en muchas ocasiones en algunas zonas de Milán.

Parma es una capital de provincias, pero sus comercios y restaurantes -como pasa ya en infinidad de ciudades pequeñas o medianas de todo el mundo- nada tiene que envidiar a los de sus hermanas mayores.
Un par de horas -o más- paseando relajadamente antes del vermú o después de comer, con verdadera tranquilidad slow food, resulta muy recomendable; no solo como distracción o entretenimiento sino por respirar algo de ese vivir calmoso y atrayente del que parecen  gozar los parmesanos. Probablemente, muchos turistas con prisas -se veían pocos, pero se veían- vayan directamente al grano de la visita al Duomo y al Baptisterio y se pierdan estos pasos previos, pero es realmente una pena porque se llevarán de Parma la imagen de la postal codiciada...aunque sin casi nada de su verdadero espíritu.












El duomo y el Baptisterio de Parma.



Los leones tallados en 1281 por Giambono da Bissone "defienden" la entrada al Duomo.



 No cabe duda de que el Duomo y su baptisterio son una joya arquitectónica.
La catedral se construyó a partir del 1074 para sustituir la iglesia anterior que resultó arrasada por un incendio.
Catedral de Parma - Wikipedia, la enciclopedia libre
El interior del Duomo sorprende al visitante por estar repleto de pinturas murales: todas sus paredes, al contrario de lo que sucede en muchas iglesias del mismo período, han conservado sus frescos en bastante buen estado y uno tiene la sensación de sumergirse en una especie de antepasado o primo de la Capilla Sixtina del Vaticano.
Lattanzio Gambara realizó un verdadero alarde narrativo mostrando, a modo de cómic renacentista, diferentes escenas bíblicas y de la vida de Jesús.

La cúpula, pintada por Correggio, nos muestra la Asunción de la Virgen envuelta en una magnífica perspectiva atmosférica.
Leí hace tiempo en algún artículo que Correggio, aparte de ser un tipo de personalidad muy peculiar, pintó algunos cuadros que resultaron muy turbadores en su época. 
Por lo que parece uno de los venturosos propietarios de esos lienzos -Luis, el hijo del duque de Orleans- no pudo reprimir el impulso de atacar con un cuchillo el rostro lleno de satisfacción y éxtasis (aunque no el cuerpo desnudo) de una Leda felizmente penetrada por su cisne.
¡Cosas del arte provocador!
http://www.piazzaduomoparma.com/cattedrale/






Cripta del Duomo.


Campanile y Baptisterio.

Iglesia de San Francisco del Prato.

Estatua de Hércules y Anteo en el interior de la Casa de la Música.
infopoint@lacasadellamusica.it


Abundancia de colores "toscanos" en las fachadas.










Parma es una ciudad con río, lo que ha permitido crear atractivos paseos para que la gente pueda disfrutar de sus riberas. No logré encontrarla -tampoco es que pusiese mucho empeño- pero por allí, mirando hacia sus aguas, se encuentra la casa natal del famoso director de orquesta Arturo Toscanini.







En definitiva: visita muy recomendable. 
Quizás, un día puede ser suficiente para conocer su centro histórico, los principales monumentos y disfrutar algo de su vida urbana. A Dios gracias, hay hoteles y alojamientos a precios bastante razonables y se puede comer bien a costes similares a los que encontramos hoy en día en cualquier ciudad española.

Si alguien quiere releer a Stendhal y descubrir la famosa cartuja necesitará más tiempo. 
Proust lo hizo y no pudo resistir la tentación de viajar a Parma así que quizás pueda empezar por ahí...



Entrada revisada a 02-06-2022.

Texto e imágenes:

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